SACRAMENTO DE LA UNCION DE LOS ENFERMOS - Recopilación de Néstor Germán Rodríguez
SACRAMENTO
DE DE LA UNCION DE LOS ENFERMOS
CATECISMO DE LA IGLESIA CATÓLICA
Recopilación de Néstor Germán Rodríguez
SACRAMENTO DE LA UNCION DE LOS ENFERMOS
1511 La Iglesia cree y confiesa
que, entre los siete sacramentos, existe un sacramento especialmente destinado
a reconfortar a los atribulados por la enfermedad: la Unción de los enfermos:
Esta unción santa de los enfermos
fue instituida por Cristo nuestro Señor como un sacramento del Nuevo Testamento,
verdadero y propiamente dicho, insinuado por Mc (Cf. Mc 6,13), y recomendado a
los fieles y promulgado por Santiago, apóstol y hermano del Señor [Cf. St
5,14-15] (Cc. de Trento: DS 1695).
1512 En la tradición litúrgica,
tanto en Oriente como en Occidente, se poseen desde la antigüedad testimonios
de unciones de enfermos practicadas con aceite bendito. En el
transcurso de los siglos, la
Unción de los enfermos fue conferida, cada vez más exclusivamente, a los que
estaban a punto de morir. A causa de esto, había recibido el nombre de
"Extremaunción". A pesar de esta evolución, la liturgia nunca dejó de
orar al Señor a fin de que el enfermo pudiera recobrar su salud si así convenía
a su salvación (Cf. DS 1696).
1513 La Constitución apostólica
"Sacram Unctionem Infirmorum" del 30 de noviembre de 1972, de
conformidad con el Concilio Vaticano II (Cf. SC 73) estableció que, en
adelante, en el rito romano, se observara lo que sigue: El sacramento de la
Unción de los enfermos se administra a los gravemente enfermos ungiéndolos en
la frente y en las manos con aceite de oliva debidamente bendecido o, según las
circunstancias, con otro aceite de plantas, y pronunciando una sola vez estas palabras:
"Por esta santa
Unción, y por su bondadosa
misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo, para que,
libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu
enfermedad", Cf.? CIC, can. 847,1).
II QUIÉN RECIBE Y QUIÉN
ADMINISTRA ESTE SACRAMENTO
En caso de grave enfermedad...
1514 La unción de los enfermos
"no es un sacramento sólo para aquellos que están a punto de morir. Por
eso, se considera tiempo oportuno para recibirlo cuando el fiel empieza a estar
en peligro de muerte por enfermedad o vejez" (SC 73; Cf.? CIC, can.
1004,1;?1005;? 1007; CCEO, can. 738).
1515 Si un enfermo que recibió la
unción recupera la salud, puede, en caso de nueva enfermedad grave, recibir de
nuevo este sacramento. En el curso de la misma enfermedad, el sacramento puede
ser reiterado si la enfermedad se agrava. Es apropiado recibir la Unción de los
enfermos antes de una operación importante. Y esto mismo puede aplicarse a las
personas de edad avanzada cuyas fuerzas se debilitan. "...llame a los
presbíteros de la Iglesia"
1516 Solo los sacerdotes (obispos
y presbíteros) son ministros de la unción de los enfermos (Cf. Cc. de Trento:
DS 1697; 1719; CIC, can. 1003; CCEO. can. 739,1). Es deber de los pastores
instruir a los fieles sobre los beneficios de este sacramento. Los fieles deben
animar a los enfermos a llamar al sacerdote para recibir este sacramento. Y que
los enfermos se preparen para recibirlo en buenas disposiciones, con la ayuda
de su pastor y de toda la comunidad eclesial a la cual se invita a acompañar
muy especialmente a los enfermos con sus oraciones y sus atenciones fraternas.
III LA CELEBRACIÓN DEL SACRAMENTO
1517 Como en todos los
sacramentos, la unción de los enfermos se celebra de forma litúrgica y comunitaria
(Cf. SC 27), que tiene lugar en familia, en el hospital o en la iglesia, para
un solo enfermo o para un grupo de enfermos. Es muy conveniente que se celebre dentro
de la Eucaristía, memorial de la Pascua del Señor. Si las circunstancias lo
permiten, la celebración del sacramento puede ir precedida del sacramento de la
Penitencia y seguida del sacramento de la Eucaristía. En cuanto sacramento de
la Pascua de Cristo, la Eucaristía debería ser siempre el último sacramento de
la peregrinación terrenal, el "viático" para el "paso" a la
vida eterna.
1518 Palabra y sacramento forman
un todo inseparable. La Liturgia de la Palabra, precedida de un acto de
penitencia, abre la celebración. Las palabras de Cristo y el testimonio de los apóstoles
suscitan la fe del enfermo y de la comunidad para pedir al Señor la fuerza de
su Espíritu.
1519 La celebración del
sacramento comprende principalmente estos elementos: "los presbíteros de
la Iglesia" (St 5,14) imponen -en silencio - las manos a los enfermos;
oran por los enfermos en la fe de la Iglesia (Cf. St 5,15); es la epíclesis
propia de este sacramento; luego ungen al enfermo con óleo bendecido, si es
posible, por el obispo.
Estas acciones litúrgicas indican
la gracia que este sacramento confiere a los enfermos.
IV EFECTOS DE LA CELEBRACIÓN DE
ESTE SACRAMENTO
1520 Un don particular del Espíritu Santo. La gracia primera de este sacramento es una gracia de consuelo, de paz y de ánimo para vencer las dificultades propias del estado de enfermedad grave o de la fragilidad de la vejez. Esta gracia es un don del Espíritu Santo que renueva la confianza y la fe en Dios y fortalece contra las tentaciones del maligno, especialmente tentación de desaliento y de angustia ante la muerte (Cf. Hb 2,15). Esta asistencia del Señor por la fuerza de su Espíritu quiere conducir al enfermo a la curación del alma, pero también a la del cuerpo, si tal es la voluntad de Dios (Cf. Cc. de Florencia: DS 1325). Además, "si hubiera cometido pecados, le serán perdonados" (St 5,15; Cf. Cc. de Trento: DS 1717).
1521 La unión a la Pasión de
Cristo. Por la gracia de este sacramento, el enfermo recibe la fuerza y el don
de unirse más íntimamente a la Pasión de Cristo: en cierta manera es consagrado
para dar fruto por su configuración con la Pasión redentora del Salvador. El sufrimiento,
secuela del pecado original, recibe un sentido nuevo, viene a ser participación
en la obra salvífica de Jesús.
1522 Una gracia eclesial. Los
enfermos que reciben este sacramento, "uniéndose libremente a la pasión y
muerte de Cristo, contribuyen al bien del Pueblo de Dios" (LG 11).
Cuando celebra este sacramento,
la Iglesia, en la comunión de los santos, intercede por el bien del enfermo. Y
el enfermo, a su vez, por la gracia de este sacramento, contribuye a la santificación
de la Iglesia y al bien de todos los hombres por los que la Iglesia sufre y se ofrece,
por Cristo, a Dios Padre.
1523 Una preparación para el
último tránsito. Si el sacramento de la unción de los enfermos es concedido a
todos los que sufren enfermedades y dolencias graves, lo es con mayor razón
"a los que están a punto de salir de esta vida" ("in exitu viae
constituti"; Cc. de Trento: DS 1698), de manera que se la llamado también
"sacramentum exeuntium" ("sacramento de los que parten",
Ibíd.). La Unción de los enfermos acaba de conformarnos con la muerte y a la
resurrección de Cristo, como el Bautismo había comenzado a hacerlo.
Es la última de las sagradas
unciones que jalonan toda la vida cristiana; la del Bautismo había sellado en
nosotros la vida nueva; la de la Confirmación nos había fortalecido para el combate
de esta vida. Esta última unción ofrece al término de nuestra vida terrena un sólido
puente levadizo para entrar en la Casa del Padre defendiéndose en los últimos combates
(Cf. Ibíd.: DS 1694).
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